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Momento para explicar someramente en qué consistió la Orden del Temple: siempre vinculados a las Cruzadas, desde finales del siglo XI y hasta principios del XIV se dedican a defender como monjes guerreros los Santos Lugares y a los peregrinos que se dirigían a ellos, extendiéndose posteriormente por Francia, Alemania, Reino Unido, España y Portugal. Ofrecían a los comerciantes en Tierra Santa la posibilidad de ingresar su dinero en una encomienda y con un documento de la orden retirarlo en otra encomienda, evitándose así el posible robo. La Orden se quedaba, con su correspondiente comisión. A finales del siglo XII era la organización militar y económica más grande de Occidente con mas de 9.000 encomiendas, 30.000 caballeros y sargentos, más de 50 castillos y fortalezas, una flota propia y un Tesoro que les permitía ofrecer grandes préstamos.

La derrota con Saladino y su fracaso en la séptima cruzada a mediados del siglo XIII, en gran medida por la peste contraida por sus ejércitos de camino a Egipto, marcarían el fín de la Orden del Temple. Durante el reinado de Felipe IV de Francia, éste convence al Papa Clemente V para que iniciase un proceso de investigación contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la cruz, heregía, adoración de ídolos paganos y hasta sodomía. Muchos fueron torturados e incluso enviados a la hoguera mientras el Papa decretaba su disolución. En Portugal los templarios cambiaron su nombre a Caballeros de Cristo y algunos de los que quedaron en Francia escaparon otros territorios como Suiza o Escocia.

Cuenta la leyenda como el último Gran Maestre de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Tamplo de Salomón, Jacques Bernard de Molay, en la hoguera lanzó una maldición cumplida para que en el plazo de menos de un año murieran el rey Felipe IV y el Papa Clemente V.